Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://ezekieldmpe172665.popup-blog.com/37350432/detrás-del-gesto-la-verdad-del-cabezazo-de-zidane